febrero 17, 2009

El Colchón

Holga 120

Ahora está solo, otra vez solo. No tiene un amor presente, no tiene al amor futuro. No tiene nada más que un viejo y desgastado colchón en el que se tira cada vez que se aburre de los colchones de sus amantes pasajeras. El colchón está arrumbado, triste, observándolo, espiándolo. Está ahí: presente. Él lo sabe, siempre lo ha sabido. No lo quiere, ya ni le gusta, pero sabe que lo tiene para cuando regrese cansado de dormir en camas distintas, con mujeres distintas. Estando con ellas recuerda lo bien que se sentía descansando en su antiguo colchón y quiere salir corriendo a echarse en él, le ilusiona la idea, lo busca con entusiasmo, por fin lo tiene enfrente y cuando se acuesta se da cuenta de que está lleno de nudos, se le clavan los alambres en la espalda, rechina, no lo deja dormir bien. Entonces se incorpora, se sacude molesto y se dispone a encontrar uno nuevo.

Al fin y al cabo el viejo colchón siempre estará… Hasta que éste se de cuenta de que ya no sirve y, en un acto increíblemente mágico y desesperado, cobre vida, se mueva y decida arrastrarse hasta al cenicero intentando que alguna colilla de los cigarros que él está fumando le caiga encima, lleve una pequeña chispa que lo incendie y acabe de una vez por todas con el martirio de sólo esperar su soledad.


3 comentarios:

Hozbelya dijo...

YOSÉ YOSÉ¡¡¡¡ ERA UNCOLCHÓN FUMADO ENVERDE,DESDE UN BALCÓN OXIDADO Y ROTO, SIEMPRE CONDENADO...A POCO NO?

Flakicienta dijo...

uuy
interesante historia
que,
aveces temo me suseda
quizas no ahora
peroo nunca se sabe!!
aunque adoro mi colchon!



=)
saludo señorita!
envolvedora historia!

e. r. dijo...

hola lola. le cuento que cierta vez heredé un colchón de no me acuerdo quien, un colchón bastante viejo por lo demás. después de un año de usarlo lo saqué al balcón y con una escoba me dispuse a darle una paliza para que suelte polvo. Y al proceder a arrancarle los pelos que usualmente se le incrustan en el cuerpo como agujas (¿habrá notado eso, verdad?), me encuentro con cabellos lisos, enrulados, rubios, castaños, rojos, violeta, largos, cortos, no se imagina la variedad. Fue bastante espeluznante pero a la vez me dejó divagando mucho rato. El colchón que estaba usando y que ya había adopatado la forma de mi cuerpo, tenía una historia larga larga antes de conocerme. En fin, esa es la historia. Lindo lo que escribió. Que pase un buen día. Saludos