noviembre 11, 2011

Hotel San Gabriel

Pede

Del lado de allá, él apretó el botón 'enviar'.

Del lado de acá, ella recibe la imagen y contemplándola decide ir más lejos... Pone un pie dentro del monitor; siente el viento tropical que entra por la ventana del fondo; empieza a jalar la sábana blanca; se introduce, avanza en cuclillas mientras él, cual Cristo con brazos abiertos e impresionado al verla postrada encima, suelta el teléfono y permanece inmóvil durante varios segundos.

Ninguno quitó la mirada de los ojos oscuros del otro. Ninguno dijo una palabra. Ella coloca las manos abiertas sobre el vientre desnudo de él, las desliza suavemente hasta llegar al cuello, donde su barba casi se confunde con los vellos del pecho. Sube hasta la boca, toca sus labios, se admiran. Baja las manos, besa su ombligo, cuenta sus lunares, uno, dos, tres… una pequeña constelación en el segundo plano de la foto. Él le toca el cabello, lo enreda; se levanta, vuelve a poner la mano en su cuello, siente cómo su garganta traga saliva, sube al mentón, baja y juntan sus labios, se acelera la respiración, él flexiona las rodillas, acaricia su espalda y ambos se enroscan con las piernas.

Se incorpora, lo mira de frente, respira agitado, con boca entreabierta y ojos perdidos, lo abraza como a una escultura, se acomoda entre su pecho, lo explora, con un dedo diferente va tocando un lunar diferente; un, dos, tres, los besa, bailan las manos; se rueda, suspira, deja la foto, chau monitor, adiós…